Esa misma tarde había comprado una caja de Cialis, bueno ... de su pariente pobre camboyano.
Hacía apenas un par de horas que el avión había tomado tierra en el aeropuerto de Pochentong, donde por cierto, ya había tenido mis primeras escaramuzas con algunos malditos hijos de Pol Pot. El cabecilla de este grupo de khmeres organizaba la fila de taxis del aeropuerto de tal modo que en cada taxi metía el máximo número de pasajeros pero a cada uno le cobraba la carrera individualmente, es decir que pagabas por ir como un señor y acababas como una sardina en lata. de forma imprudente me rebelé ante el asunto y sabiendo que ley y la razón estaban de mi parte, me dijo: "pues va a tener que esperar por lo menos 15 minutos". Pues muy bien, ese tiempo lo aproveché para ir explicando en voz alta los tejemanejes y estafas que estaba cometiendo el organizador de la mafia taxista. Como suele ser habitual en estos casos, la gente me da toda la razón, pero luego siguen los dictámenes del que tiene un walkie talkie en la mano. Harto de la situación, y aprovechando que hoy en día el aeropuerto camboyano está prácticamente en plena ciudad, caminé unas decenas de metros y me planté un medio de una concurrida calle, en menos de tres segundos tenía varios tuk tuks que por la mitad me iban a llevar al mismo destino, y lo queme había ahorrado iba ir destinado a la pastilla que convierte la volátil arena en hormigón armado.
[caption id="" align="aligncenter" width="450" caption="Nos vamos a Camboya"][/caption]
La última vez que estuve en el Reino Khmer pasé dos noches muy agradables en compañía de un forero de Rumbo Tailandia que actualmente reside en la capital camboyana, pero que por circunstancias varias estaba cumpliendo sus deberes navideños con sus familiares en España. ¡No problem! Phnom Penh ha cambiado mucho, pero los viejos perros siempre sabemos dónde están nuestras guaridas predilectas. El Martinis es un clásico de la noche, es el Café Gijón de los puteros más venerables, el que no lo conoce es como un informático que pone cara de póker al nombrarle Amstrad.
[caption id="" align="aligncenter" width="450" caption="La única forma de moverse por Phnom Penh tranquilamente"][/caption]
Los preliminares en un cortejo clásico pasan por una cena romántica, el de un putero que se precie pas por una buena siesta. Una combinación perfecta de aire acondicionado, National Geographic y un buen edredón me dan el descanso suficiente para afrontar la noche del guerrero. Sobre las 10 de la noche me desperezo, saco una mano por la ventana y noto que hace algo más de fresco que lo habitual. ¡No problem! llevo conmigo mi chaleco de investigador de lo paranormal con bolsillos hasta dentro de los bolsillos. Voy equipado con un importante equipo de supervivencia: profilácticos, alcohol desinfectante, diazepam, alprazolam, Cialis, paracetamol, gel lubricante, un mini router wifi con 3G y una lima para hacerme las uñas en un rato de asueto. Si no triunfo esta noche, no lo haré jamás.
En poco menos de 10 minutos me deja el tuk tuk en la puerta del extraño lugar, una especie de patio de colegio descubierto con una pantalla gigante, donde se ven partidos de fútbol, películas con subtítulos en chino, etc, varios puestos de comida y un modesta discoteca. En la puerta sigue "micro man", un hombrecillo que lleva ahí desde que los franceses todavía no habían colonizado el país, es graciosillo, creo que no camina y aunque se pusiera de pie, no creo que alcanzara los 50 centímetros de altura, además tiene voz de dibujo animado, y lo más positivo es que no juega la pena, está siempre de buen humor.
[caption id="" align="aligncenter" width="450" caption="Entrada del mítico Martini en la capital camboyana"][/caption]
Como ave rapaz en busca de presa, me dirijo hacia la barra moviendo la cabeza de izquierda derecha y viceversa a modo de radar. Las mozuelas ya no son las de hace 15 años. No me refiero a que no son las mismas personas, algo obvio, sino que las de ahora son más tipo "putón verbenero" con sus tintes estrambóticos, modelitos de furcia barata,, móviles de última generación (china) y unos aires que no se daban en otros tiempos. Yo tiro más hacia lo rural, en eso sí abogo por lo orgánico, lo natural, lo integral, las furcias camboyanas tienen que ser más de campo que los cardos borriqueros.
El primer susto me lo doy tras pegar un trago a mi Johnny y darme la vuelta. Así, de sopetón, a traición, sigilosamente y sin prevenir me encuentro cara a cara, a escasos centímetros con una, llamémosle mujer, que había observado minutos a atrás por lo llamativo de su maquillaje que era como el de un artista del "Cirque du Soleil" pero fallido. Por educación, no le digo aquello de "quita bicho", pero opto por la táctica de la ignorancia, táctica que ella ignora a su vez. Mientras me masajea sólo un brazo, cosa que me incomoda sobremanera, me va diciendo lo mucho que le gusto, lo guapo que soy y una larga serie de elogios que realmente no sé quién podría legar a creerse. Paso a la táctica de los celos, porque aunque putero soy un caballero y no mando a freir espárrago a las profesionales del sexo. Lanzo miradas lascivas (eso es lo que yo me creo) a otra meretriz que ronda los parajes y que ya ha detectado el bulto que tengo entre las piernas, el del fajo de billete de un dólar. La socia de Lancôme me tiene el brazo ya como una masa de pan lista para hornear. Como último recurso me queda ser ofensivo, pero intento que sea con delicadeza: "A ti, esto del maquillaje te gusta mucho ¿no?", primer torpedo a la línea de flotación, tras el desconcierto inicial, lanzo el segundo: "¿Tardas mucho en maquillarte cada día?". La réplica no tarda en llegar: "¿Me vas a llevar contigo esta noche o no?" directa, sin medias tinta. "Mira, es que es muy pronto. Ya si eso, más tarde te aviso". Coge las de Villadiego y deja de martirizar mi brazo que ya ha tomado un aspecto amorfo.
[caption id="" align="aligncenter" width="450" caption="Las mozuelas del Martini (Fuente: cambodiangirls.info)"][/caption]
No tardan en aparecer en escena las actrices del segundo acto, una con el culoprieto como sus ojos de china, y otra de caderas más generosas. La segunda es al que ya había empezado el juego de la seducción, si se puede hablar de seducción en estas meras transacciones comerciales. Los primeros contactos son los mismo aquí que en Valdemorillos (no voy a decir igual que en la Cochinchina porque estoy en la Cochinchina). A todo ello hay que señalar que el nivel de inglés es algo menos que básico, vamos, como el de una española corriente. Sobre cuestiones banales como su provincia de origen, cosa que me da igual al desconocer la geografía camboyana, paso a temas más fundamentales cómo las características de su vello púbico y el de su amiga para centrarme luego en la generosidad o no de sus glándulas mamarias. Todo ello es mucho más ameno que su orfandad o la situación precaria en la que vive el resto de sus hermanos en el pueblo, algo que por ser yo un ser despreciable y ajeno al sufrimiento del prójimo, me la trae al pairo.
A medida que la conversación se hacía más distendida, parecía que empezaba a haber cierta complicidad, sin llegar a la ingenuidad del jovenzuelo que se cree que ha ligado por su cara bonita. Les propongo que cambiemos mi duro taburete en la barra por una mesa con sillas de resina mucho más cómodas, donde va usted a comparar. La cuestión es que debo abordar el tema crematístico, y eso hay que hacerlo en la intimidad, como Aznar con el catalán. Sin apenas percatarme, las copas de whisky van cayendo una detrás de otra, con ello sube mi autoestima y pierdo la capacidad de discernimiento entre cantidad aceptable, cantidad recomendable, cantidad inapropiada y cantidad totalmente desaconsejada, todo ello referido al instinto más básico.
Descarto el rehuso a la química moderna porque me siento de capaz de eso y más, momento eufórico del alochol, aunque siempre manteniendo la compostura. "¿El tema por cuánto sale?" espeto. En el fondo estamos en un bar de putas, no en el lobby del Ritz. "¿Las dos?" me responde interrogando. Breve momento de ligera duda. "Sí, sí, claro, las dos" momento cumbre de auotoestima. "Sesenta" me dice. "¿Dieciseis has dicho?" (este intercambio de palabras tiene su sentido en inglés) le respondo en tono jocoso. Se inicia una estrategia puramente comercial, ataco por el lado de la calidad del producto. "Antes me has dicho que la chupas y follas muy bien, igual que tu amiga. ¿Y eso quién te lo ha dicho?" Ante la aparente vergüenza que implica la respuesta (sería: "Es que soy muy puta") que le quita el encanto a la jovencilla que lleva pocos meses en la capital ganándose la vida para mantener a su familia, opta por una carcajada y una sonrisa. "Como me habéis caído bien las dos, os doy 10 a cada una". Cara de indignación, pero manteniendo las formas para no perder la venta. Para autoestimularme les pregunto inocentemente que qué harían conmigo, que yo no sé qué hacer con dos mujeres a la vez. "Lo mismo que con una pero dos veces", responde. Anda que se complica la vida la muchacha. Acostumbrado a Ebay, voy subiendo la puja un dólar por persona cada vez, hemos empezado a 10 per cápita y ya he cedido hasta los 15 cuando mi límite real lo he fijado en 20. Aprovecho entre puja y contrapuja para que me cuente historias de otros clientes, me divierte conocer las aficiones del prójimo. Se confirma lo que ya conocía hace tiempo, y es que los japoneses, tras su vida ceremoniosa ocultan un mundo de perversión. Me habla de un hombre que se llevó a 10 chicas pero que obviamente no cató ni la mitad, pero le divertía verlas circular desnudas por su habitación, sin duda una experiencia envidiable, a condición de que se hayan largado todas a la hora de dormir.
[caption id="" align="aligncenter" width="450" caption="La habitación del pecado"][/caption]
La amiga está un poco de convidada de piedra por sus escasos conocimientos de inglés. No importa. La uso para meterle mano por sus entretelas mientras hablo con la que tiene la sartén por el mango. La negociación está ya en el límite. He llegado a 20 dólares, y además pago el hotel que son 5 dólares porque ni mi hotel acepta visitas ni quiero que las haya. En un último esfuerzo, subo a 21 $, y ya me sabe mal, no es un número redondo y no quiero que se malacostumbren con tarifas altas que están los japos y coreanos pagando por ahí, ya fastidiaron el mercado en Tailandia y ahora lo harán en Camboya. Les comunico mi intención de ir al baño. Sé que es un momento clave en el que las jóvenzuelas discutirán más a sus anchas, aunque yo no entienda camboyano, la situación actual del mercado. No en vano he alargado la negociación mientras observaba que los mercados extranjeros cerraban y daban por concluida la jornada. O era yo o nada. Vuelvo feliz del baño, doy el último sorbo a mi aguado whisky y les comunico que ya me retiro, que he llegado hoy y ando algo cansado. "Que sí, que vale" me dice una. "¿Que vale qué? ¿21 por cabeza?". Asienten. Lógico, nos hemos quedado casi solos y lo que queda no les resulta muy apetecible o ya lo han catado. "Camarero, otro whisky", craso error. Mientras me tomo mi última y fatídica copa seguimos charlando de banalidades que giran en torno al mismo tema: el sexo. Lo cierto es que no las tenía todas conmigo, jugaba pensando que no aceptarían. Es como cuando estás en una subasta y vas subiendo por subir, sin un interés real, y al final te encuentras con algo que no te desagrada pero de lo que habrías podido prescindir perfectamente.
Llegado el momento, me agarro los machos (metafóricamente), y les propongo que nos vayamos. Nos desplazamos en tuk tuk un par de centenares de metros hasta la pensión donde iba a cometer actos obscenos, o esa era mi intención. Pago los cinco dólares de la habitación, igual que un experto en la materia, que si pregunto la tarifa, ya me ven pardillo y me cobran el doble, lo digo por haber sido pardillo en estas lides durante mis primeros años en la Premier de los puteros de la liga camboyana.
[caption id="" align="aligncenter" width="450" caption="Una pecadora en el hotel del amor"][/caption]
Como un equipo de Top Chef que se enfrenta a una prueba de equipo, cada uno en la habitación se reparte las tareas. Una comprueba el buen funcionamiento del aire y de la tele, otra verifica que el juego de toallas esté completo y los jabones que o acompañan también, yo me limito a supervisar tan magna operación. "¿Tienes dos condones?" oigo desde el baño. "Sí, sí, claro" ¿Qué iba a decir? Lo cierto es que mis esperanzas de cópula han ido bajando con los años, y llevar dos condones es tontería, llevo uno y es como amuleto de la suerte. Últimamente me he encontrado con cierta frecuencia tirando a la basura preservativos caducados, una auténtica humillación autoinfligida. Llevo uno y me lo regalaron, ni siquiera es comprado.
Hago una especie de simulacro de búsqueda para acabar confesando lacónicamente: "Sólo tengo uno". "Pues hacen falta dos porque cuando has terminado con una, tienes que cambiarte para empezar con la otra" me dice la chiquilla mientras pienso yo en mis adentros: "Espera a que termine con una ...". Como parece que la parte "hardcore" no va a ser tan "hard" por falta de material, vamos a hacer un poco de porno soft. Veo que la más jovenzuela está en la ducha, pues ni corto ni perezoso me ofrezco voluntario para echarle una mano, en el sentido más literal de la expresión. Me veo en la obligación de ayudarla a pasar la pastillita de jabón hasta por los recovecos más recónditos, cosa que parece no desagradarle demasiado a pesar de los saltitos que da de vez en cuando. Le pido que por reciprocidad me eche ella ahora una mano, pero a mí me basta con que le saque brillo al manubrio. ¡Venga! ¡Al tema! Los tres recién duchaditos nos encontramos en la misma cama. Espero unos segundos. ¡No hay guión, no hay guión! Las que se autopromocionaban como buenas folladoras en la modalidad de triathlón no saben por dónde empezar. Me improviso como director. "A ver, tú. ¿Tienes hambre? Pues a comer". Tras unos planos algo decepcionantes para que la película promete, pero ... empiezo a acordarme de la pastilla que no he querido tomar porque soy un "macho ibérico", y de las que me he tomado para pasar una noche relajada, tal vez demasiado relajada. "Parece que para llegar a V1 vamos a necesitar más metros de pista, capitán" son palabras que resuenan en mi cabeza. (* V1 es la velocidad que debe alcanzar un avión para levantar el morro). Mientras una pone su empeño en que la travesía empiece bien la otra comienza a soltar risitas, momento que aprovecho para iniciar un magreo que la enmudezca un rato. Al mismo tiempo, eso me hace decidir que se va a llevar el lote de crema hidratante para la cara que siempre llevo conmigo.
[caption id="" align="aligncenter" width="450" caption="Viagra camboyana. Dicen que funciona ... por diez veces menos su precio"][/caption]
Me incorporo. La nave nodriza se prepara se prepara para recibir al módulo de exploración. Pero estamos a punto de revivir "Gravity" de Sandra Bullock y George Clooney. La cosa empieza a chirriar, parece que el acople va a tener dificultades añadidas con los comentarios de la que me está tocando los testículos, en sentido figurado y literal, una auténtica proeza. Por otra parte, falta lubricación y el tema se tensa por momentos. "Deja el asunto en mis manos", le digo, también en sentido figurado y literal. Voy a recurrir a "la muerte súbita". Le digo: "Tú mírame y no muevas la cabeza". Se teme lo que pronto va a suceder. Mira a su amiga en busca de auxilio, pero ésta sigue a lo suyo. Es una paranoica del SIDA. "Me estás tocando y a lo mejor tienes una herida en un dedo y me contagias" me dice tan pancha, como si fuera yo el que tiene más probabilidades de haber contraído la enfermedad. "Mírame, tú mírame y no te preocupes de otra cosa". Primer tiro, sus ojos rasgados de china se ponen redondos. Empieza a cundir el pánico. Fuego a discreción. Tiene los movimientos limitados por mi peso. Pide auxilio, cosa que recrudece el ataque hasta que el polvorín se queda sin munición alguna. Tengo la impresión de que la muchacha está parafraseando a Linda Blair en "El exorcista" diciéndole a su amiga, mientras coge la primera toalla que encuentra a mano: "Mira lo que ha hecho el guarro de este tío". Mi carcajada no calma la situación. La otra feliz por haberse ganado 20 pavos por hacerme un tacto testicular durante un rato y obviamente haber sido el centro de mis chanzas toda la noche. Realmente, en estos casos, se pagan más las risas echadas y que una eyaculación atropellada.
[caption id="" align="aligncenter" width="450" caption="Camboya, un país de rima agradecida"][/caption]
Me quedaba un día. La noche anterior en el "download" había habido muchos cortes, no había sido todo lo satisfactorio que requería la ocasión. Hoy iba a ser la noche. Hoy iba a probar una de estas pastillas tan estupendas de las que sólo oigo maravillas. Repetí el procedimiento de la noche anterior, pensé que tal vez me volvería a encontrar con el dúo de la noche anterior para poder reestablecer mi honor algo magullado por la triste actuación. Pero no, no había rastro de su presencia en le Martini, un problema de orden menor en este lugar. Una solitaria muchacha estaba sentada frente a mí en la barra del bar. Me miraba por momentos. Este tipo de locales cuentan con la ventaja de que no ha lugar a equívocos. Todos vamos a lo que vamos. Unas a cobrar y otros a pagar. La única duda, relativa, es el montante total. Con la cabeza, me pregunta si quiero que se acerque, de mismo modo le respondo. No puedo decir que iniciamos una larga conversación porque su inglés está al nivel de la media española, pero tampoco estoy allí para debatir la idoneidad de la presencia del ejército americano en Afganistán. La invito a sentarse cómodamente en una de las mesas del patio. Hay que tratar temas económicos y no quiero testigos de mi racanería. Entre sorbos de whisky y risas acordamos una tarifa justa: 22 dólares. Antes de que se me olvide, me tomo media pastilla de Cialis porque esta noche va a arder Phnom Penh, saltarán chispas, saldrá la banda municipal a festejar mi hazaña. Dejo pasar el tiempo para que la sustancia milagrosa llegue hasta mi sistema circulatorio, nada puede fallar.
[caption id="" align="aligncenter" width="450" caption="La Cialis camboyana ¿Pastilla milagro?"][/caption]
No noto nada pero el tiempo pasa. Los chistes mímicos ya se me han acabado. No se me ocurre más que decir: “¿Nos vamos?”. Me parece percibir un suspiro de alivio. Nos dirigimos al mismo hotel de la velada anterior. Parece que todo el protocolo habitual en estos casos sigue su curso. La emoción me embarga … tal vez demasiado … Nos encontramos juntos en el catre dispuestos a pasar una noche memorable, por lo menos para mí. Y sin duda, va a ser memorable. Le digo que cante con el micrófono que le tiendo, pero una balada, nada de rock duro. Va bien, la cosa se anima. La mozuela coge ritmo. Nos ponemos capuchón que llegan chubascos. Parece que el Tadalafil (el ingrediente activo del Cialis) está surtiendo efecto … Un momento … Houston, tenemos un problema. Parece que uno de los motores empieza a fallar. La mezcla de alprazolam, diazepam, tadalafil, whisky y algo más que anda por ahí ha resultado fatal para la misión. Regresamos a la base. Un repentino sopor me invade. Me quedo tumbado en la cama junto a la camboyana que no acaba de entender muy bien la situación. Retiramos las medidas de seguridad porque parece que han contribuido en el fracaso de la operación, y por otra parte, parece que no va a haber otra tentativa. Pero esto no puede quedar así. Estoy como una aeronave cargada de combustible, no puedo regresar sin haber descargado antes los depósitos. Nos ponemos manos a la obra. Hay desánimo en el equipo pero creo que lo conseguiremos, creemos en la remontada, nunca mejor dicho. Tras un esfuerzo considerable, se abre la escotilla. ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor! Me ducho, me visto y cojo el primer tuktuk hacia mi hotel. La próxima vez tomaré la pastilla entera.
[caption id="" align="aligncenter" width="450" caption="La capital desde el río"][/caption]
No vamos a decir que salí de Camboya a hombros entre vítores y aplausos, eso sería engañar al lector, me atrevería a decir que se escucharon algunos pitos y algún abucheo. Pero no pasa nada, si esta temporada no he cortado orejas, la que viene será mejor.
[caption id="" align="aligncenter" width="450" caption="Tomando el aire por el río antes de regresar a casa"][/caption]
P.S.: Y que no suenen las alarmas y cunda el pánico porque hay gente que por ciertas informaciones periodísticas mal transmitidas o peor percibidas, se cree que en Camboya sóĺo hay menores prostituyéndose que cuando cumplen 18 el marcador se les vuelve a poner a cero y nunca llegan a la mayoría de edad.
23 comentarios:
genial herr , marcando estilo
Además de feo, medio marica, que no se te pone tiesa sin pastillas... joder que triste eres
Ya ves ... jajaja
Muy buena experiencia.
Un saludo.
alabado sea el señor!!
por fin un post como aquellos jrades que me hicieron leerle de cabo a rabo!!
genial,magnifico post!!
vivan las putas!!
hoija una duda,para que toma tanta mierda,diazepam,y otras cosas?no es feliz?
deberia hacer mas deporte...
Es por diversión. Soy feliz, unos días más y otros menos, como todos.
Jajaja, muy bueno Herr, yo me quedé con las ganas de probar la araña frita, y mi impresión fue que las camboyanas son como las Thais pero con un sartenazo en la cara y mas morenas, no confraternicé con ninguna pero me alegro que alguien hable con naturalidad de lo que le pasa.
Afortunadamente, el tiempo del supermacho pasó, y con la edad, uno hace lo que puede y se la suda todo.
Jejeje, está es la primera vez que me leo un post entero. Experiencias crudas pero sensatas, momentos raros pero vividos...me gusto. Suerte con esas hembras.
Me gustó tus aventuras en tierras camboyanas y claro ya sé a quien preguntarle por camboya si algun dia mas tarde que pronto yo voy a camboya y me comen la p....
El títulillo de marras, muy acertado jejeje
Me he reido a gusto, cuando dices que no quieres testigos de tu racanería. ¿Ya no funciona el socorrido "Hey, I'm not American, I'm Spanish"?
Muy divertido el asunto de los gatillazos, ¡Cuando los sufre otro claro!
Ya nos dirás si funciona el sucedaneo camboyano de la viagra. Solo por curiosidad, no porque yo lo necesite, Jeje.
¿Estás seguro de que es camboyano? Lo digo porque lo normal sería que fuera thai, los thais tienen una potente industría farmacéutica, han sido capaces de hacer un coctel para tratar el SIDA mucho más barato que en occidente y los camboyanos... ¿Tienen algo potente los camboyanos?
Este post vale tanto como todos los demas juntos. Se aprecia el realismo crudo.
Muy bueno peter, ya sabemos dnd ir en camboya!! Abz
jajaja! Me he reido mucho con tu experiencia Herr Peter. Un saludo.
Das asco Paolo, en serio...
Mujer .... No es para tanto. Es un relato de Herr Peter. Aquí no hay cabida para románticos paseos por la playa. Para la vida sentimental de Paolo, habría que hacer otro blog que tal vez no despertaría el interés general. Espérate a leer una entrada que he empezado a preparar hoy, seguro que tu opinión sobre Herr Peter se reafirma o incluso empeora. Con cariño te lo digo.
Eres un enfermo, racista, maricón y para mas inri UN PUTO MADERO, asi va el mundo , putos desgraciados .... os tendríamos que hechar a una isla desierta a todos los putos degenerados como tu....
Peter soy Carlitos, eres un grande me he reido un monton! Ni caso a los comentarios de arriba, vives una vida genial, se te echa de menos cabronazo y a Bangkok tambien, espero volver pronto! :)
Que grande eres Peter! Grandisimo post.
Voy en un par de dias a Camboya y me va a resultar de gran ayuda.
Me gustaria saber donde conseguiste comprar el tadalafil? los años no perdonan...
gracias!
En cualquier farmacia.
Jajajaja Quién me manda a mi leer al gran herrpeter en la pausa del trabajo, entre lo real de la historia y como lo cuenta llevo media hora riendo!!! Y que no pregunten de que me rio...
Eres grande!!
Gracias por hacernos reir con esas historias que se ven tan reales.
Y a todos los que se meten contigo les digo que les come la envidia.
Eres un crak.
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