7.1.10

¿Hay seguridad en los aeropouertos?

El sucedido acaecido la víspera de Navidad en un avión de Delta Airlines, me da pie a comentar ciertos aspectos de la seguridad aeroportuaria que hasta el día de hoy, por cuestiones laborales, y para no causar cierto pánico, no me había atrevido a sacar a la luz.



Puedo afirmar que la humillación que sufren los pasajeros a la hora de pasar los arcos de seguridad (sobre todo en España por el desconocimiento que tiene el personal pertinente de la palabra EDUCACIÓN) no está justificada en ningún modo. A las pruebas me remito, un pobre nigeriano introduce una bomba en un avión de los todopoderosos EE.UU de América, y nosotros, para ir de Murcia a Albacete (es un decir) nos quedamos con las prendas imprescindibles para no mostrar nuestras vergüenzas a la hora de pasar un control.

Puedo afirmar que todos estos controles son una pantomima detrás de la cual hay ciertamente muchos intereses económicos. Los terroristas, aunque sean unos puros aficionados que actúen a título personal, saben muy bien cómo ingeniárselas para introducir un artefacto en una aeronave; no hay que ser ingeniero para ello.

Tomemos el ejemplo que traemos a colación. Está claro que los controles nigerianos no son equiparables a los holandeses. Resulta que el pasajero en cuestión está en tránsito hacia los EE.UU. de América, y por ende es posible que no deba pasar ningún control más, dado que se supone que ya ha pasado uno. ¿Resultado? Pues ya lo hemos visto todos.



¿Es extrapolable este hecho a España? Sin duda. ¿Por qué no? Podemos tener a los mejores expertos en seguridad aeroportuaria, que no los tenemos, pero el resultado será el mismo.
Estoy harto de quitarme el cinturón, los zapatos, la cadenita, el reloj, y EL VIBRADOR QUE LLEVO INCORPORADO (si se terciara), para que unos aspirantes a policía o Guardia Civil que no lo consiguieron, me palpen para ver si llevo algún objeto sospechoso.

Puedo afirmar que la carencia de seguridad en los aeropuertos españoles, no está donde millares de pasajeros pasan cada día, sino más bien en la “puerta de atrás”. He llegado PERSONALMENTE a la conclusión de que toda esta parafernalia de controles, está destinada a tranquilizar a los pasajeros. No hay que ser muy avispado. Es obvio que nadie va a llevar un artefacto explosivo a bordo pasando por unos controles semejantes.
¿Saben cuántos trabajadores tienen acceso en Barajas a todas las instalaciones, incluidas todas las aeronaves? Más de los que se imaginan. Estamos hablando de miles. ¿Alguien se cree que miles de trabajadores pasan diariamente, una y otra vez, por los controles rigurosos a los que se ve sometido el común de los mortales? Obviamente no. Y de ser así, las colas para llegar al trabajo serían inmensas, y por ende los aviones saldrían con bastante más retraso del habitual.
¿Es plausible que un trabajador de rampa (en la pista) se quite los zapatos y todo lo que lleva encima a las cuatro de la mañana cuando acaba de salir del mismo sitio a las ocho de la tarde viendo al mismo guardia de seguridad? Juzguen ustedes mismos, y recuerden que no hablo de Nigeria, sino de España.

Puedo afirmar que la Guardia Civil no dispone de los medios para garantizar una seguridad completa en alguno de los aeropuertos de nuestra geografía, ya sean medios humanos como técnicos, y la formación que reciben los comúnmente conocidos como “seguratas” es básica.



No quiero entrar en detalles, no porque tema que estas palabras puedan dar ideas a terroristas en potencia, ya que probablemente sepan ellos más que yo, sino para que no se me acuse de inducción al terrorismo, o dicho con palabras más prosaicas: haber dado pistas para cometer un acto terrorista

Los kilómetros, los años, los meses, los días, las horas, los amaneceres, las puestas de sol, las noches en vela, el olor a queroseno, los bocadillos del catering, las chácharas con las tripulaciones, el estrés por la puntualidad obligada, los despegues, las aproximaciones, los aterrizajes, las discusiones con AENA, con los pasajeros, con los comandantes, con las jefas de cabina, et cetera et cetera, me dan aunque sea un mínimo de autoridad para hablar de la SEGURIDAD de la que “gozamos” en los aeropuertos.

Y la conclusión a la que llego es aplastantemente elemental: volemos tranquilos, si algo nos tiene que pasar, las probabilidades de que sea en un avión son nimias.