Hace unos días, me fui de compras al Carrefour de la calle Ratchadaphisek. Sí en Tailandia también hay Carrefour, lo digo para aquellos que me preguntan a veces si las calles están asfaltadas y hay coches circulando.
La cuestión es que deambulando yo por ahí, oí una voz que me llamaba. No, no era la megafonía que me recordaba que debía pagar la bebida que estaba consumiendo en ese momento. Era algo ronca … y críptica … no entendía muy bien lo que me decía. Según me iba desplazando, ésta aumentaba o disminuía. Tras un buen rato localicé el pasillo del que provenía. Era el de los embutidos. Me puse a escudriñar entre salchichas, “bacons” y demás productos de origen porcino y avícola. Sé que la voz venía de allí.
¡Santo Dios! Ahí estaba. Delante de mí. ¡Era el cerdo extraterrestre! Yo había sido el escogido para recibir y difundir su mensaje: “La fiebre porcina es de origen extraterrestre y nosotros le daremos la cura a Obama personalmente. Díselo a Íker, y mándale una foto mía si no te cree.” Esas fueron sus palabras.
Todavía con las manos trémulas saqué la cámara de fotos que siempre llevo para fotografiar otro tipo de carne, y le hice la instantánea. Su mensaje e imagen debían quedar para la posteridad, antes de que le llegara su fatal destino: un bocata.
Adiós Alien-Jamón, siempre estarás en nuestros corazones.