1.2.10

¿Podemos creer en la Justicia?

Hay situaciones que claman al cielo. Y una de ellas es la que afecta a José Antonio Braojo, a quien el diario “El Mundo” dedicó un amplio reportaje el pasado domingo.
Hace pocas semanas llegaba a las redacciones de todos los medios de comunicación el siguiente escrito.



Foto:"El Mundo de Baleares"

“Les escribo desde la desesperación y convencimiento de que mis días están contados. El 19 de diciembre comencé una huelga de hambre que ha pasado desapercibida para la gran mayoría de ciudadanos; tal vez, por no ser una mujer africana de reivindicaciones políticamente correctas, sino un simple y humilde ciudadano español.
Para este próximo jueves el IB-Salud tendrá preparada, a petición mía, como es mi derecho, la “declaración vital de voluntades anticipadas”. En este documento, mediante el testimonio médico oportuno, expresaré mi voluntad de no ser alimentado tras la pérdida de mi consciencia. Asimismo, plasmaré en él mi deseo para con mis escasos bienes y el destino de mi cadáver.
Pese a sentirme desprotegido y huérfano de justicia, mi muerte no sería irreversible si mi madre biológica, María Dolores Gómez Verdugo, aceptara la propuesta que mediante nuestro abogado le planteamos mi hermana y yo el pasado día 11 de enero.
Tras más de un mes en huelga de hambre y de haber perdido 12 kg. , sin que ella muestre el más mínimo interés por mi estado de salud, no creo que haya quien dude todavía de que mi progenitora sea la maltratadora descrita en mi web www.quierojusticia.es .
El tribunal de la Audiencia de Palma, indudablemente sin mala fe, ha dejado mi vida a voluntad de la progenitora; a los casi cuarenta y cuatro años de haber nacido veo mi vida como la de un pajarillo en las manos de un niño cruel y desaprensivo".




Foto:"El Mundo de Baleares"

Sin saber a cuento de qué, la justicia volvió a salirse de tono, y dictó una sentencia que condenaba al Señor Braojos a pagar de por vida una pensión a una madre que no veía hacía lustros, y que fue quien le amargó la existencia desde su más tierna infancia. Tanta es la maldad de esta sinvergüenza, que prefiere someter a sus hijos que cobrar la pensión que le ofrece el Estado y que equivale en cuantía a la cantidad solicitada.
El pasado sábado 30 de enero tuvo lugar una concentración frente a la Audiencia de Palma de Mallorca, a la que asistió, en silla de ruedas y unas condiciones físicas límite, José Antonio Braojos mostrando una fotografía de su madre biológica.



Foto: "El Mundo de Baleares"

Ante esta serie de dislates, uno se plantea seriamente si creer en la justicia.
Hace ya unos cuantos años, obtuve por derecho propio la nacionalidad española, y me siento muy orgulloso de ello. Sin embargo siempre hay “peros”. Vengo siguiendo el caso de José Antonio Braojos, víctima de las ya habituales incongruencias judiciales de nuestro país, y me estoy planteando pedir la nacionalidad de cualquier país que tenga algún problema político y/o social.
La decisión no está tomada al azar. Fe de ello dan los medios de comunicación. Cuando un extranjero, da igual su origen o motivación, se pone en huelga de hambre, se movilizan hasta los de “Informe Semanal”. Si es español y no forma parte de la farándula nacional, su caso queda amontonado junto a los casos más cercanos a la papelera de reciclaje. Y con suerte lo medios de su provincia se hacen eco del asunto, como en este caso. Pero no llega más allá, aunque hablemos de una vida humana. Claro que hoy en día, una vida humana tiene más importancia si tiene cuatro semanas que si tiene 44 años, pero eso es cosa aparte.

Es probable que el español de a pie no se percate de que el problema del señor Braojos (la injusticia de la Justicia) le puede afectar a él mañana mismo. Es como los accidentes, hasta que no nos tocan de cerca, nos parecen algo ajeno.

¡Hagámonos todos marroquíes! Y si tenemos algún problema, pues ya sabemos los pasos a seguir: aeropuerto internacional, huelga de hambre y prensa. Asunto resuelto. Y no se olviden de un dato: NO HAY QUE SER ESPAÑOL. Y lo dice alguien que luce con orgullo por el mundo la enseña nacional. Pena de país.
Los que conocemos a José Antonio, como Torbe y el que escribe estas líneas, sabemos que este hombre, lo único que ha hecho en su vida ha sido trabajar honradamente y saber ganarse la simpatía de todos los que le rodean.



De izquierda a derecha: J.A. Braojos, Torbe, Joan Carles Elies y Herr Peter

Todos queremos darle nuestro apoyo, y hacer un llamamiento a la Justicia española para que vigile de cerca a los que de una forma u otra nos hacen perder la fe en ella.