23.1.10

El fraude de los videntes

¿Hay algún vidente en la sala?

Durante mi adolescencia, la videncia me cautivó. Nunca fui un fiel creyente, pero la posibilidad de que este fenómeno fuera cierto me atrajo durante mucho tiempo. Los años pasaron y mi pasión no decreció en absoluto, sino más bien fue en aumento, pero inversamente proporcional fue mi creencia a mi interés.

A día de hoy, me parece inverosímil que siga habiendo gente que crea ciegamente o “un poquito” (los que no declaran abiertamente su creencia) en que un ser terrenal, de carne y hueso, pueda tener la capacidad de prever el futuro y/o conocer nuestro presente.




Pasados los años, me encuentro ante un dilema frente a los videntes: ¿Son carne de psiquiatra o de juzgado de guardia? No obviando la posibilidad de ambas opciones conjuntamente.
Por ejemplo, no cabe en cabeza humana que un ama de casa llame a un programa de televisión para preguntarle a otra ama de casa (ésta más lista por cotillear, pero cobrando) sobre cualquier tema que podría resolver echando unos dados sobre la mesa. ¡Si quiere consejo, que vaya a ver un cura! Sale gratis gracias a los impuestos que pagamos y el resultado es el mismo. De hecho, aquí en Tailandia, los monjes no se cortan un pelo (chiste malo, porque van rapados) y hacen también de adivinos, dado que la “religión” budista no se lo impide, a pesar de que Buda expresó claramente su desconfianza hacia cualquier tipo de gurú.




Mucha gente me dice: “sólo voy de vez en cuando para pasar el rato, pero no me creo CASI nada”. Me suena igual al que me dice que no fuma porros, pero alguna vez le pega una calada a uno. ¿En qué quedamos? Para oír chorradas, ahora mismo abro una cuenta corriente, y que la gente vaya mandando dinero, y yo les contaré todas las que quieran, y seguro que acierto diciendo lo mismo que el vidente.

Tengo un caso muy cercano. Lo conozco de primera mano, y de innumerables copas. Como es bien sabido, lo que viene de fuera atrae más. En occidente traemos a los gurús y lamas de Asia, y en Asia traen a los sabios de occidente. La ecuación perfecta y el negocio también.
Por motivos personales, obviaré país y nombre. Sin embargo el caso es tan ilustrativo, e inédito hasta el momento (ahora tendría que salir un banner ¡EXCLUSIVA! ¡EXCLUSIVA!) que merece la pena ser contado.

Entre mis amistades, cuento con un hombre español que lleva muchos años deambulando por Asia. Ha desempeñado labores de todo tipo, desde las más banales hasta las más inimaginables. ¿Se imaginan un comerciante de plata que es guardaespaldas y hace tatuajes? Algo enrevesado y rocambolesco, ¿verdad? Pues este es mi amigo. La cuestión es que por casualidades de la vida, se convirtió en gurú y vidente de la noche a la mañana en un país asiático (no, no es Tailandia para el que lo estuviera pensando). Comparecencias ante los medios, colas para visitarlo, tarifas astronómicas, algo absurdo que se le fue de las manos. Pero él no era el artífice directo de todo el montaje, sino una organización (con nombre originario de Italia) que se encargaba todo el cotarro. A día de hoy sigue por ahí siendo un santón. Lo que hay que ver. De funcionario de comunidad autónoma a iluminado por la gracia de … alguien.
Por todo ello, una alguna ocasión, yendo de copas en compañía de señoritas (sí, los videntes también hacen eso), le he comentado: “Fulanito. ¿Todo eso no te lo crees ni tú? ¿Verdad?”. Respuesta obvia y clara: “Pues no, pero esto está así montado. Me tomo la última y me voy”. MENTIRA. Se tomó otra copa más.

Hay que ver cómo está el mundo de los videntes. Como soy una persona educada, no me los como a bocados, pero ganas no me faltan.

La videncia no existe, y punto. Y si alguien me dice lo contrario, tengo 1.000.000 $ esperándolo. No, no me vale la excusa de que a los videntes auténticos no les interesa el dinero.





Lo que sí debería hacer la población en masa, es denunciar ante la justicia a todos los Rappels, Aramises, brujas Lola, y demás ralea, sin dejar de lado a las televisiones que dan la oportunidad a estos defraudadores para perpetrar su delictiva acción, llevándose una buena parte del botín, del que también participan en gran manera las compañías de telefonía..