26.11.09

Tengo una corazonada

No sé cómo lo hago, pero siempre lo consigo. En cada viaje, especialmente en los que tienen como destino el lejano oriente, me propongo no alcanzar nunca al exceso de equipaje, pero en cada intento fracaso estrepitosamente, y por ende, mi mente empieza a dar vueltas al momento en que deberé enfrentarme a ese individuo que se sienta donde hace ya unos años me sentaba yo: el mostrador de facturación. Llego casi a tener casi pesadillas la noche anterior. Saco todas las tarjetas que tengo, me imagino todo tipo de frases que suenen bien y que sirvan para aplacar las ansias recaudatorias de las compañías, si bien sé por experiencia de que poco sirven. Creo, por momentos, que el destino quiere vengarse de mí, por aquellos pobres pasajeros a los que hice pagar por el exceso de equipaje, aunque bien visto, algunos eran unos cabrones y se lo merecían.

La cuestión es que hoy me encuentro de nuevo en la misma tesitura. ¿Cómo lo consigo? ¡Lo mío tiene delito! ¡Si en mi casa de Bangkok tengo de todo, desde trajes hasta cortauñas, pasando por gayumbos y cargadores de móviles! ¿Por qué diantres pesa mi equipaje 40 kilos? La verdad es que me he vuelto un experto, había acertado mi previsión con un margen de error de +- 1. Vamos a ver. Dos trozos de jamón de un kilo para fulanito, un queso para mí y otro para mi cuñado, salchichón y chorizo para menganito, unos apliques que quiero cambiar en mi apartamento, masa para hacer pizzas a los amigos thais que nunca han probado una pizza en condiciones, delicatesen varias para mi pareja del momento, van saliendo sí, van saliendo los 40 kilos. La única ropa que llevo son unos calzoncillos, una camiseta y un chaleco, y realmente no sé por qué los llevo. Mis maletas parecen más las de un representante de comercio español en busca de nuevos mercados en el sudeste asiático.



Otro hecho curioso, que ya he comentado en alguna ocasión, que sucede en mis viajes, es el de la confusión de papeles. Generalmente viajo vestido de traje oscuro, que casualmente resulta ser el uniforme que empleaba durante mi época en aviación, pero que bien podría ser el de un dependiente de la planta de caballeros del Corte Inglés, pero obviamente, el estar rodeado de aviones hace que el perceptor de la imagen la interprete a su modo. Por ejemplo, el día mismo del vuelo, tenía asignado un asiento de ventanilla. Tras guardar mi equipaje en el compartimento oportuno, me dispongo a ubicarme en mi lugar correspondiente. Sin mencionar palabra les indico a los dos pasajeros que se encontraban en los asientos contiguos al mío mi intención de tomar asiento. Me miran y ni se inmutan. “Oiga, que me tengo que sentar ahí” les digo. “Ay, perdón, pensábamos que era el azafato” (palabra que pensaba que estaba ya en desuso). Casos como este me suceden a menudo. El más “triste” fue cuando en Carrefour me pidieron información sobre una nevera. Aunque los casos más repetitivos se producen en instalaciones aeroportuarias, donde me convierto en punto de información para todos los despistados, tanto en Las Vegas como en Tokio.

La comodidad no es óbice para que un viaje se haga interminable. Madrid – Bangkok son casi 12 horas de vuelo, y a pesar de que un 747 tiene bastante espacio, no hay ser humano que aguante tantas horas despierto. No es el caso de imitar a Michael Jackson y anestesiarme durante todo el trayecto, pero una pequeña ayuda nunca viene mal. Busco en mi botiquín del señorito Pepis una buena combinación de pastillas (el 90% de venta libre en farmacia) que indiquen sobre todo “que no deben mezclarse entre sí dado que pueden potenciar su efecto”. Ahí voy, a potenciar su efecto, si no ¿para qué las voy a tomar? El cocktail lo traigo preparado de casa, tampoco es cuestión de montar un laboratorio a 10.000 metros de altura. A pesar de lo cual, mi compañero de viaje no sale de su asombro al ver la cantidad de pastillas que ingiero. Obviamente no dice nada, pero supongo que deduce que soy una especie de yonki. Doxepina, difenidramina, valeriana en cantidad, diazepam, hydroxizina, melatonina y siga usted contando. Pero en menos de una hora estoy en coma profundo. También incluye unos tapones de caucho y un antifaz para aislarme del mundo.
Con cierto aturdimiento, no iba a ser para menos, me despierto pasadas unas siete horas, me encuentro con un emparedado (siempre me gustó esta palabra tan castellana) que una amable auxiliar de vuelo (aka azafata) me ha dejado delante. “¿Cuánto falta”? le pregunto a mi compañero de travesía, “un par de horas” me responde somnoliento. “Pues a mí se me han pasado volando” le digo con cierta sorna.

Ya huele a croisán recién hecho, más bien recalentado, pero sabroso al fin y al cabo. Tras la ingesta de esta mezcla de desayuno y resopón, tiempo para una breve digestión mientras el comandante inicia las maniobras de aproximación.
Tomamos tierra cuando todavía es de noche. Una vez estacionado el aparato, el pasaje se apresura en recuperar su equipaje de mano, mientras yo me debato con el mismo dilema de siempre: “¿Qué me llevo de recuerdo, una manta o un cojín?”. Me decanto por la segunda opción, tengo ya tantas mantas que se me podría denominar como el “Top manta” de la compañía.
Parece ser que han llegado varios aviones simultáneamente a Bangkok, dada la cantidad ingente de pasajeros que circulan por la terminal. Ya me imagino haciendo cola una hora en inmigración. Pero va a ser que no. Conozco el aeropuerto, y en determinadas circunstancias, cara no me falta. Al tiempo que todos los recién llegados siguen las indicaciones de los agentes ahí apostados, me dirijo a la zona de entrada VIP, donde no hay nadie haciendo cola para sellar el pasaporte. Una amable señorita me pregunta de qué avión vengo. Le indico el vuelo pero le señalo que no estoy de servicio. “En este caso vaya donde está mi compañera” me dice amablemente. En menos de un minuto ya estoy esperando mis maletas.
En la aduana ni me miran la cara, aunque lo cierto es que el único “contrabando” que llevo son jamones, chorizos, quesos y demás “delicatesen” españolas.
Subo hasta la planta de salidas, otra vez para evitar colas en llegadas, y tomo el primer taxi que me está esperando justo en la puerta. Dado que es domingo, el tráfico es escaso. En menos de media hora ya estoy en casa. Hago lo esencial: enchufar la nevera, guardar los alimentos más sensibles al calor tropical, sacar las sábanas, darme una ducha y echarme a dormir otro rato porque tengo la impresión de que por mi sangre todavía circulan bastantes sustancias inductoras del sueño. Eso sí, antes me como el emparedado que amablemente me ha ofrecido la Thai Airways International, tras un desembolso de 1003 euros por el billete. La noche promete ser animada y hay que estar frescos. Tengo una corazonada.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenas Sr. Peter que envidia me da yo acabo de llegar de aquellas tierras y esta vez con mi estancia en la isla de Ko Chang vuelvo con un sindrome postvacacional acojonante.
Asi que ya estoy pensando en mi vuelta para Mayo.
Espero que tenga un magnifico viaje por aquellas tierras.
Un saludo.

Anónimo dijo...

Hola Herr:
Me voy a Tenerife y pienso visitar el Loro Park. me han dicho que hay un poblado tailandés en el parque. Seguro que las chicharreras dan el tipo de las tailandesas.
¿Que pasa, es que acaso tienen algo que envidiarlas?.
El Mojo picón está tan bueno como el "peek ki nu", llegas en poco mas de 2 horas y no hace tanto calor y puestos a escoger, prefiero que me metan al trullo en Canarias antes que en Tailandia.¡Es una posibilidad que siempre hay que contemplar!.
Realmente las únicas diferencias la marcan Buda y Herr peter.

René dijo...

Como siempre una delicia tu blog, que bueno que sigues actualizando tus entradas. Un saludo desde México

Herr Peter dijo...

Dentro de un rato también me voy al loro park, aunque más que loros hay muchas cotorras.
Tú tardas dos horas en llegar, yo desde mi casa tardo 15 minutos.
Y respecto al trullo, tú sabrás lo que haces para tener miedo a entrar en él.
Ah, y estar en Tailandia, no significa tener que comer comida thai, yo me meto unos bocatas de jamón entre pecho y espalda que ríete del mojo picón.

Anónimo dijo...

Hola Herr,

Muy interesante y util tu web, que la llevo siguiendo un par de años. Yo tambien he estado en Tailandia en Noviembre y solo pague 600 € por el vuelo de la Thai.

Saludos

Johnny Dobermann dijo...

Hola HerrPeter, hace mucho tiempo conocí tu blog... Devoraba cada entrada... por causas q no recuerdo dejé internet un tiempo a un lado.

Y ahora, te busco (la verdad siempre, y aunque no te conozca, has sido una persona con una forma de ver la vida que siempre a estado en mi cabeza, desde que "te conoci(?)") y aquí estás con nuevas entradas... ¡y anunciando que seguirás escribiendo!

Felicidades, sinceramente.

(Piensa en hacer una guia para la vida... jeje)

Ah! y feliz navidad o lo que vayas a pasar.

Herr Peter dijo...

600 € con la Thai, menuda suerte, a mí nunca me pasa, joder.

Gracias Johnny por tu comentario. Tras unparón he vuelto con fuerzas retomadas con este blog y el de Putalocura.
Un día saldrá algún libro con todo lo que llevo escrito.

MAX dijo...

Hola Herr Peter:

Primero de todo, comentarte que sigo tu blog desde hace tiempo, en aquellos que podías postear en Puta Locura.

Hacía meses que no te leía y hoy he pensado en entrar a leer de tus experiencias... y me encuentro que te ha fichado Torbe para hacer un blog.

Entiendo que la 'pasta' es la pasta, pero tal y como te banearon en el foro... me sorprende que olvides este tema y ahora cobres de Torbe.

¿Qué opinas tú?

Sólo me gustaría saber tu parecer sobre el tema.

Herr Peter dijo...

Hola VDP,

grcias por seguir mis blogs.
Mas que ficharme Torbe, mi amigo Natxo, o sea el mismo, me sugirio la posibilidad de tener un blog en Putalocura y acepte.
Efectivamente me fui del foro harto de que me banearan algunos moderadores a los que no les convencian mis posts. Por este motivo acepte tener un blog, de este modo podia escribir sin que nadie me incordiara.
Por cierto, me pidieron hace unos meses que volviera la foro, pero ya le explique a Torbe que para mi era un inocrdio tener que recurrir a el a cada momento porque habian borrado/modificado mi post. Cuando se pidiron responsabilidades nadie levanto el dedo.

Cobrar por los blogs? Ya me gustaria a mi! Escribo por pura aficion. Afortunadamente, mi trabajo en el mundo real, me da para vivir holgadamente.

Mi blog de Asia no tien que ver con el de Putalocura que trata tematica mas diversa.

PS: la falta de acntos graficos se debe a que no estoy estos dias en casa y debo utilizar un teclado tailandes. No renunciaria nunca a la ortografia correcta. Incluso me esta costando escribir sin tildes.

Anónimo dijo...

Hola Herr:
Acabo de llegar del Loro Parque, Tenerife.
Un poco cara la entrada, pero merece la pena, sobretodo si vas con críos.
Estoy seguro que he visto más cotorras que tú en Shukumbit. Solo en el hotel, las había de toda Europa y la mayoría viejas. Por cierto, a la hora de:
¡Meter entre pecho y espalda, es increíble como tragan estos especimenes! ¡Ríete tú de las pirañas!
A mi mujer le ha encantado Tenerife, lo prefiere a su Tailandia natal, no solo por la temperatura y belleza del paisaje, sino porque no tiene que preocuparse por sus compatriotas, ya que me puede dejar solo sin importarle que estoy haciendo.

MAX dijo...

Hola:

Gracias por tu aclaración sobre el tema. Nos leemos!!!